marzo 16, 2014 at 10:37 Deja un comentario
III
Hay tres condiciones que siempre se parecen;
aun cuando difieren completamente, florecen en el mismo seto:
apego por uno mismo y por las cosas y las personas, desapego
por uno mismo y por las cosas y las personas; y, creciendo entre ellas, indiferencia
que se parece a los otros como la muerte se parece a la vida,
estando entre dos vidas — sin florecer, en medio
de la ortiga viva y la muerta. Para esto se usa la memoria:
liberación — no menos que amor sino la expansión
del amor más allá del deseo, y así liberación
del futuro como del pasado. Por eso, el amor de un país
comienza como apego a nuestro propio campo de batalla
y encuentra batallas de poca importancia
aunque nunca indiferentes. La historia puede ser esclavitud,
la historia puede ser libertad. Mira, ahora se desvanecen
las caras y lugares, con el ser que, mientras pudo, los amó,
para volverse nuevo, transfigurado en un nuevo orden.
T. S. Eliot
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